La adquisición y el desarrollo de conductas agresivas en la infancia es fuente de preocupación creciente en el medio familiar, en el escolar y en el social.

Comportamiento agresivo

El termino agresión abarca una serie de conductas, incluyendo componentes verbales y no verbales, físicos y psicológicos, con el fin de conseguir distintos objetivos.
Son muchas las teorías que intentan explicar el fenómeno de la agresividad, si bien el modelo que se impone es el multifactorial: factores biológicos, la conducta, el ambiente y el aprendizaje están detrás del comportamiento agresivo.
La naturaleza multidimensional de la conducta agresiva necesita la evaluación de los diferentes factores para un adecuado diagnóstico. Esto es de suma importancia, dado que la agresividad, con frecuencia, se asocia a otros trastornos de base como el déficit de atención con hiperactividad, trastornos del control de impulsos, trastornos del aprendizaje y del desarrollo entre otros. Igualmente es importante conocer las interacciones familiares conflictivas, los medios de comunicación, el ambiente escolar y los grupos de iguales por su influencia a través del modelado y aprendizaje vicario en la conducta agresiva.

¿Por qué el comportamiento agresivo?

Es necesario también considerar las diversas fuentes de estrés que pueden generar estados emocionales y cognitivos, en la infancia, que predisponen a la expresión de una conducta agresiva, entre otros están: la perdida de alguno de los padres (por fallecimiento o separación), las peleas entre padres, el nacimiento de un hermano, sufrir acoso escolar o entre iguales, el mudarse de casa o cambiar de colegio.

Importancia de una evaluación adecuada

Cuando un niño es remitido a un psicólogo debido a las quejas de la familia o la escuela por su comportamiento agresivo, la evaluación inicial del problema es muy importante de cara a la elaboración de un adecuado tratamiento. Por ello, la información obtenida permite analizar la conducta problema y diagnosticar una eventual patología o dificultades en las interacciones familiares que requieran intervención.

Estrategias de tratamiento

Las principales estrategias de tratamiento se focalizan en dos frentes:
1. Con el niño: modificando el comportamiento agresivo por medio del aprendizaje de nuevos repertorios que sean incompatibles con la agresión, el entrenamiento en habilidades de solución de problemas y otras técnicas de modificación de conducta.
2. Con los padres: estableciendo pautas de convivencia y de desarrollo, de técnicas y estrategias que les permitan fomentar el buen comportamiento del niño y eliminar comportamientos inadecuados, facilitando el proceso educativo de sus hijos.
Si los problemas de conducta agresiva no remiten a pesar de los esfuerzos que hagamos, es necesario actuar. Se recomienda una evaluación psicológica completa, que nos permita conocer la raíz del problema y establecer estrategias de intervención para su solución. Si no intervenimos, el niño corre el riesgo de desarrollar desórdenes de comportamiento graves en la etapa adolescente y adulta.

J. Miguel San Martín Rodríguez. Psicólogo Sanitario