La depresión es un síndrome que agrupa síntomas somáticos y síntomas psíquicos en torno a un núcleo central, en el que encontramos la tristeza patológica, la pérdida de impulsos, el vacío, etc., que determina un estado de ánimo de tipo negativo característico. Esta alteración, puramente funcional, es reversible y puede ser recurrente.
El concepto de depresión recoge la presencia de síntomas afectivos (esfera de los sentimientos o emociones, como tristeza patológica, decaimiento, irritabilidad, sensación subjetiva de malestar e impotencia frente a las exigencias de la vida), aunque, en mayor o menor grado, siempre están también presentes síntomas de tipo cognitivo e incluso somático. Se podría hablar de una afectación global de la vida psíquica, haciendo especial énfasis en la esfera afectiva.
Es importante diferenciar entre una persona con un estado apático y una deprimida ya que el manejo de ambos trastornos es bastante diferente tanto farmacológica como psicológicamente.
Cuando una persona tiene problemas de memoria, y mentales en general, y además presenta síntomas de depresión, puede ser difícil diferenciar el problema primario. Diversos estudios indican que la existencia de un ánimo depresivo es frecuente entre las personas con enfermedad de Alzheimer, mientras que el síndrome depresivo es mucho menos frecuente.
A medida que avanza la demencia, el diagnóstico de depresión se hace más difícil por las mayores dificultades en el lenguaje y en la comunicación, apatía, pérdida de peso y trastornos del sueño que aparecen como parte de la propia demencia.
No todas las personas con demencia tienen depresión; es frecuente su aparición en los inicios de la enfermedad, que puede relacionarse con la conciencia de enfermedad, es decir, darse cuenta de que ya no puede hacer las cosas como antes, que comete errores, que tiene olvidos frecuentes, etc. Pero otras personas son totalmente inconscientes de los problemas que sufren (lo que técnicamente se llama anosognosia), y puede que no sólo no presenten síntomas depresivos, sino que incluso pueden estar más alegres de lo habitual.
En las etapas iniciales los síntomas más frecuentes son el llanto y la tristeza; y en fases moderadas prevalece más la labilidad emocional (risas o llantos inadecuados, desproporcionados, que pueden aparecer y desaparecer bruscamente).
Algunos síntomas como la pérdida de peso, el insomnio y la pérdida de interés son comunes en la depresión y en la propia demencia. Ante todo enfermo con deterioro cognitivo, siempre debe valorarse la posibilidad de una depresión, y descartar un “falso” deterioro cognitivo, lo que en otro tiempo se denominó “pseudodemencia depresiva”.
Es importante el tratamiento precoz. En las personas con deterioro cognitivo (que no demencia) y depresión, el tratamiento de esta última puede mejorar los síntomas cognitivos.
En los casos en que existen lesiones cerebrales que afectan a las zonas del cerebro que están relacionadas con el estado afectivo, pueden aparecer síntomas de depresión, pudiendo en algunos casos ser la depresión la combinación de la conciencia de enfermedad y la afectación de esas zonas del cerebro.
Es conveniente tener en cuenta una serie de recomendaciones por parte de familiares y cuidadores:
• No insistir continuamente en que se anime y haga cosas, esta insistencia puede hacer que la persona se sienta incomprendida y que aumente sus sentimientos negativos.
• Prestar atención y tomar en serio sus quejas sobre malestar físico o problemas de salud.
• Dar apoyo y procurar que no se aísle, el aislamiento es perjudicial tanto para la depresión como para la demencia.
• Reforzarle positivamente haciéndole ver lo importante y útil que es, es importante que se sienta útil, que puede hacer cosas; pero hay que tener cuidado con las tareas que se le pide que realice, si son difíciles puede que no las pueda realizar bien, tenga sentimiento de fracaso y se desanime más; si son excesivamente simples puede afectar negativamente a su autoestima y aumentar la aparición de pensamientos negativos (“ya no sirvo para nada”, “mira que tontería estoy haciendo”, etc.) y por tanto aumentar la depresión, debemos escoger bien las tareas a realizar.
• Refuerce con palabras de ánimo lo que haga.
• Evite palabras y tono de reproche, y no haga comentarios despectivos en su presencia; no le diga que “ya no puede hacer cosas”.
• No hable con otras personas en su presencia como si no estuviese, no le ignore.
• Procure no dejarle solo en casa, intente que esté siempre acompañado.
• Mantenga conversaciones, pero no le obligue a hablar continuamente si no quiere, la persona con depresión necesita sentirse querida, apoyada y comprendida.
Consulte con los profesionales cualquier duda o empeoramiento de su estado.
J. Miguel San Martín. Psicólogo