A pesar de la preocupación por cómo se relacionan los niños y niñas con otras personas, no se sabe mucho sobre las dificultades de relación interpersonal en la infancia y concretamente sobre los niños con baja tasa de interacciones, sobre los niños que interactúan con sus iguales con mucha menos frecuencia de lo que es la norma en su grupo de edad, sobre aquellos que presentan ansiedad y temor ante los demás y sobre los que tienden a evitar el contacto social.
Niños, etiquetados como tímidos, retraídos, aislados o inhibidos. Sorprendentemente, la timidez en la infancia es un fenómeno al que se presta poca atención. Las familias de niños tímidos generalmente no buscan ayuda terapéutica y cuando lo hacen suele ser bastante tarde.
Muchos padres creen firmemente que su hijo ha nacido así y es así y se resignan a ello. En otros casos se piensa que es un problema que mejorará con la edad. En el contexto escolar los profesores califican a estos niños como callados y temerosos y en muchos casos no los identifican como posibles sujetos con problemas ya que las conductas que presentan no son perturbadoras, con lo que suelen pasar incluso desapercibidos.
Los problemas interiorizados, aquellos comportamientos que se expresan hacia dentro, que tienen como destinatario al propio sujeto, suscitan mucha menos atención que los exteriorizados, comportamientos que se expresan hacia fuera, que tienen como destinatarios a los otros y que perturban y alteran el medio en el que se producen.
Los niños tímidos suelen tener motivación de aproximación, pero también una alta motivación de evitación. Son niños que les gustaría interactuar con otros, pero por determinadas razones lo evitan. El niño está impulsado aproximarse a otros, pero esta tendencia, simultáneamente, es inhibida por otra tendencia de evitación.
Los niños tímidos suelen evitar a los otros porque les tienen miedo. Son niños con un patrón de conducta caracterizado por déficit de relaciones interpersonales y una tendencia estable y acentuada de escape o evitación del contacto social con otras personas. Niños que de forma estable interactúan poco con sus iguales y mantienen relaciones insuficientes o insatisfactorias con ellos, permanecen mucho tiempo solos, se aíslan de los demás, exhiben un estilo pasivo o inhibido de relación y sufren de ansiedad social, por lo que evitan activamente distintas situaciones sociales en su vida cotidiana.
La timidez es de gran interés desde el punto de vista psicológico ya que en si puede ser un síntoma de otros trastornos de ansiedad o incluso de depresión infantil.
Las consecuencias de la timidez y el retraimiento social en la infancia tienen también consecuencias negativas para el sujeto conforme avanza hacia la vida adulta. El retraimiento social en la infancia es un factor de riesgo, ya que predice problemas posteriores de naturaleza interna, los niños socialmente retraídos corren el riesgo de, en un futuro, sufrir problemas socioemocionales como ansiedad social, depresión, fobia social, etc.
Una vez más, las terapias cognitivo conductuales son el tratamiento de elección para este tipo de trastornos. Se trata de tratamientos multicomponentes, donde el principal elemento es el entrenamiento en habilidades sociales, acompañado y completado con programas de autoestima, reestructuración cognitiva y reducción de la ansiedad.
J. Miguel San Martín. Psicólogo sanitario.